Protegida de las bajas temperaturas y los vientos por el monte Gaisberg, la uva grüner veltliner de este viñedo (edad media de 55 años) se desarrolla en toda su plenitud y permite elaborar un vino con mucha personalidad, equilibrado, intenso, con cuerpo, frutal y jugoso, con notas ahumadas y un toque especiado.